La primera semana de excavación ha concluido con los resultados esperados. Poco a poco estamos poniendo al descubierto la techumbre y los muros de las estructuras que podrían corresponder con el área de culto, posiblemente la Ermita de El Sacedal. Aunque todavía es pronto para confirmarlo, los sillares documentados y la disposición de los fragmentos de piedra hallados nos llevan a pensar en que estamos efectivamente ante esta área cultual. Fragmentos de tejas, mortero y clavos de forja nos informan sobre la presencia de un tejado que sella el ambiente donde se realizaron los actos litúrgicos y la vida diaria de quienes frecuentaban este edificio. Fragmentos cerámicos, entre los que destaca un fondo de un recipiente, nos ofrecen información de la vida cotidiana. Para desgracia de su propietario, pero para gran fortuna para nosotros, un botón perdido con inscripción que dice Isabel nos aporta información sobre la cronología y el tipo de indumentaria de los habitantes de El Boalo en el pasado.

Estos hallazgos animan a los voluntarios a continuar con los trabajos cuyo objetivo es poner al descubierto un fragmento de la memoria perdida del municipio. La mayoría de los voluntarios son vecinos, pero otros vienen de lejos a contribuir al conocimiento de la historia local. El interés de los voluntarios, de una franja de edad muy dilatada, desde los 17 a 85 años, nos animan a seguir y también por qué no decirlo también el estupendo almuerzo que nos aporta el comercio local, el Supermercado Proxim, que nos da fuerzas para continuar con el trabajo bajo el sol.

Las tareas que realizan los voluntarios comprenden desde la propia excavación y trabajos de topografía hasta la documentación científica de los restos recuperados (limpieza, clasificación, etc.). Contamos para ello con todas las infraestructuras necesarias para el desarrollo del trabajo y la comodidad del equipo, gracias al interés y la iniciativa impulsada desde el Ayuntamiento.

Los vecinos curiosos que se acercan al yacimiento y la información que nos transmiten de forma oral no sólo demuestran el interés de los habitantes del municipio por su Historia, sino que para nosotros es una fuente de información de primera mano de las diferentes intervenciones que se han realizado a lo largo de las últimas décadas, desde 1967 hasta los años ´90 del pasado siglo. Los restos materiales localizados reafirman las hipótesis iniciales de que los enterramientos pueden ser más antiguos de lo que a priori podríamos pensar.

Durante la intervención disfrutamos además de la experiencia, consejos y sugerencias de la catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, la Dra. Carmen Fernández Ochoa, que sigue de cerca todas las actividades y los resultados que se van obteniendo en la excavación.

En definitiva, finalizamos esta primera semana de excavación en El Boalo con nueva información de las gentes que ocuparon esta área de culto siglos atrás. Poco a poco nos vamos acercando a la vida cotidiana de la población que buscó en este entorno natural privilegiado el lugar donde vivir y donde decidieron descansar para la eternidad. La continuación de los trabajos nos aproximarán a sus miedos y preocupaciones que sobrellevaban buscando el amparo de la Virgen de Sacedal, cuya memoria nunca se perdió en el municipio y que nosotros pretendemos ahora desvelar y poner al descubierto….

¡Seguiremos informando de todas las novedades!

Puedes ver aquí el resumen de la primera semana de excavaciones.

Fig. 1. Fotografía panorámica de la excavación arqueológica

Fig. 2. Trabajos de limpieza de las estructuras aparecidas

Fig. 3. Los voluntarios trabajando con la arqueóloga Elvira García. Cada hallazgo es debidamente posicionado para conocer su ubicación original.

Fig. 4. Desarrollo de las excavaciones arqueológicas realizadas bajo la supervisión de los arqueólogos Charo Gómez, Javier Salido y Elvira García.

Fig. 5. Supervisión de la Dra. Carmen Fernández Ochoa, catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, junto con la directora Charo Gómez.

Fig. 6. Trabajos de clasificación y limpieza de los materiales por parte de los voluntarios.

Fig. 7. Fragmento de teja con marcas pre-cocción.

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